Viviana observa su café y esta vez no escucha todas las charlas que se dan a su alrededor.
Usualmente lo haría; se dejaría llevar por las voces de aquellos desconocidos que por un instante se vuelven un 1% familiares cuando a través de las ondas del sonido de sus voces en al aire, comparten inocentemente información sobre sus vidas, fragmentos de historias servidas en porciones de comunicación pura e inalterada, el ingrediente imprescindible en nuestra pasajera vida social, común nuestra manera de relacionarnos y de pasada, seguir viviendo.
Alrededor de Viviana las mesas están llenas de parejas contando cosas que esta vez ella no quiere escuchar. Hoy se trata de su vida. Seguro alguien está en la frecuencia recibiendo todavía un pulso emocional, pero en breve sus palabras también viajarán por el aire y esa porción de vida será recibida por otra alma. Imposible escapar del hoy, piensa. Se frota las manos y bebe más café.
Viviana se concentra en ese café y lo único que ve en él es su reflejo buscando una respuesta, mirándose a sí misma. Curioso, piensa, este café oscuro y amargo define perfectamente este instante definitivo.
Primera gran pregunta: al llegar el fin, realmente necesita guardar de cada relación lo peor para mejorarlo en la siguiente y lo mejor para voverlo a disfrutar en una versión evolucionada y superior una vez que esté en otros brazos?
Eres una reclicadora emocional, le reprochó a su reflejo en el café.
Segunda gran pregunta: el hombre, fantasía sexual o el padre ideal para sus hijos?
Zorra, eres una ninfómana convenida y no aceptas que no existe el hombre perfecto, murmuró.
Tercera y última pregunta: debería aterrorizarse de no estar casada y con hijos entrando a los 30?
Cuando estaba por concluir su autoanálisis Ramiro entró en el café. Tenía veinte minutos de retraso y esta vez, a diferencia de un tiempo atrás, no trajo consigo esa aura de luz cegadora, esa capacidad de detener el tiempo, ese embriagador aroma que emanaba de él, esa divina condición de ángel terráqueo y único que solían hacerlo tan irresistible; no tenía esa cosa dulce que solía hacer suspirar a Viviana. Luego de darle un beso (con lengua), se sentó.
Primero Viviana buscó una cuota de valor en el café haciendo un vacío en al aire. Las ondas no transmitieron nada entonces. Luedo disparó sin miedo - Ramiro no sé cómo decir esto. Intenté tener contigo una relación perfecta, como nunca antes la tuve, puse todo de mi parte para no fallar, pero fracasé. Busqué en ti el hombre con quien pasar el resto de mi vida, alguien que me satisfaga, que me de un futuro, seguridad, familia y no lo encontré. Voy a cumplir 30 años y esta decisión es la más difícil de mi vida...
Interferencia en la transmisión de datos captados en el aire. Alguien en una mesa alrededor quizás se frustró al no saber el desenlace.
Viviana trajo a Ramiro hacia ella y terminó su mensaje hablándole al oído.
Tras aquel encuentro, pasó un tiempo corto antes que cada uno hiciera su vida y tuvieran sus propias familias, sus hijos bellos, sus dulces rutinas.
Pero jamás dejaron de devorarse en cada cita.
Y fueron amantes para siempre.
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