jueves, 17 de septiembre de 2009
cuestión de tiempo
María se mira al espejo durante cinco minutos y descubre la textura del tiempo. Manuel en estado gravitante busca excusas para no salir de aquel oasis de los casados aburridos que es la oficina. Cerca de ahí, treinta segundos después, pasa la chica nueva del culo duro y le sonríe. Manuel se concentra en su sonrisa para evitar el culo duro. Como que el reloj anda estresado asi que para evitar el sacudón se aferra al escritorio. Cierra los ojos, esta vez ni la foto familiar lo reconforta. No tiene un espejo cerca como María ni tampoco le importa su panza.
Por la mañana María despertó pensando que tenía un nombre que le daba una eterna aura virginal, pero también de sufrimiento. No quiso mirarse al espejo mucho tiempo. Esta noche, frente al espejo otra vez, se deja llevar por el movimiento hipnótico que hacen sus dos dedos al aplicar una nueva crema sobre su rostro. Encuentra una arruga fechada con el nuevo siglo- la estética de lo real- piensa. Se detiene y contempla su desnudez a solas por diez minutos. Los pechos que una vez dieron placer y ahora dan de comer han cambiado también de expresión. Se concentra en su soñada estabilidad; el marido perfecto, el crío recién llegado, el calor del hogar. Se concentra en el tiempo que invirtió en lograr todo eso. Manuel se concentra en el culo de la nueva ejecutiva, sabe que en cualquier momentó saldrá por un taxi, sabe que un minuto basta para cruzarse con ella para preguntarle si quiere que la aproxime a casa, para que ponga aquel culo duro sobre el asiento de su carro, para que el acto de sentarse ágilmente levante un ligero aire que traiga hacia él su más íntima fragancia, su toque, tan sólo un instante. María se acepta y celebra su madurez con la seguridad de una mujer que ha sabido lograr lo que quiere y eso la hace sentir sexy y dispuesta. Manuel conduce sin escuchar lo que la ejecutiva comenta, concentrado en su cuerpo más que en el volante, mientras el tiempo hace de las suyas. María saca aquella sexy ropa interior que estuvo guardada ocho meses y que nunca usó, enfrentándola a su piel y sometiéndola a su nueva identidad.
Cuarenta minutos después Manuel llega a casa. Se encuentra de pronto a solas con el hogar cálido y perfecto. Un minuto después con María dispuesta y nerviosa. El tiempo se hace eterno cuando en sus primeras caricias comprueba que el culo de María no es como el de aquella ejecutiva que embistió en un hostal en el camino dos horas antes. María no encontró el amor en aquellos minutos. Supo entonces que el final sólo era cuestión de tiempo.
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Cuestión de culo.
ResponderEliminarAbrazo
Te encuentro.
ResponderEliminarUn beso :D
todo por un culo...
ResponderEliminarTodo es cuestion de tiempo,cambia la forma de ver muchas cosas, sobre todo los sentimientos.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Besos.
Lunna.
me hiciste pensar en Cazuza.
ResponderEliminarestas fotos son tuyas, o de quién? dime dime!
ResponderEliminarun abrazo
Ta bien por el momento... María gozaría??? Yo creo que sí...
ResponderEliminarSigue caminando...
No creo que gozara si él no lo hizo, las mujeres somos así, notamos esas cosas.
ResponderEliminarTodo es pasajero, el marido perfecto, la vida perfecta,..., hasta el culo duro de la ejecutiva
realmente hay mujeres tan abnegadas? ella esperando en casa aceptando su edad, "encremando" cara y cuerpo para un marido que perfilas ausente y con crisis de los "Xenta", no para otro. Realmente alguien que ha convivido y vivido una historia con otra persona sólo piensa en la comparación "cular"?
ResponderEliminarél sexualmente simple/ ella sentimental,existencialmente compleja?
Ok, es ficción: un relato.
Besos
María simplemente comprobó lo que sabía desde el comienzo... todos a veces también nos mentimos y ella se creyo la historia de ser feliz con la familia y el marido perfecto.
ResponderEliminarSeguro que un día de camino a su nueva vida también encuentra el hombre con el culo perfecto... con el alma segura, en el momento apropiado.
Un placer volver a leerte.
RDS